Aspirante a periodista y escritor, mexicano. The Green Noise, hogar original de Verónica y otros personajes delirantes, también de poesía beat y experimental; Bienvenidos.
domingo, 2 de noviembre de 2014
El buen tío Alfredo
miércoles, 11 de junio de 2014
Taciturno
miércoles, 4 de junio de 2014
Junio
viernes, 23 de mayo de 2014
Opinión de un hombre con barba y vello púbico abundantes.
sábado, 10 de mayo de 2014
La ramificación de otoño.
martes, 29 de abril de 2014
64.
jueves, 10 de abril de 2014
Otras plumas.
Verónica y la huella hedionda (4)
Sí, ya se, lo que quieres es leer el final de la historia, no al autor, pero me cuelguen de un dedo sino lo he dicho antes: Amo hacer esto; Darles algo que leer y sacarlos por un momento de aquellas novelas consumistas y plásticas es una delicia casi fetichista. El camino de la escritura es tan extenso y variado que me alegra mucho que se hayan tomado el tiempo de leer esta pequeña serie hasta el final, así sean dos o cincuenta personas, les agradezco muchísimo el seguir a nuestra amiga y al conejo hasta lo que parece ser mas una desventura que aventura, aun así no se apresuren, puede ser que en este último tomo todo pinte mejor para ambos, pero sin salirnos del tema: si alguno de ustedes se siente en un lapsus de complicidad conmigo o simplemente solidario, les agradecería mucho el compartir este relato a sus amigos o conocidos o a cualquier persona que desee leer algo fresco y nuevo, porque así me sentiré motivado a seguir y seguir con estas historias, porque no es el dinero lo que motiva, sino el aprecio y cariño que ustedes toman a mis personajes, que son como mis hijos.
Un abrazo, Juan.
Verónica & La huella hedionda (Cuarta y ultima parte).
De repente estaba detrás de unos juegos infantiles escondida, por más que intentaba reconocer el sitio no podía, pero se veía así misma de niña de nuevo, sólo que esta vez tenía al rededor de siete años y había alguien con ella pero no podía ver con claridad quien, se esforzó un poco más asomando la cabeza y reconoció a John, también él estaba de siete años, y tenia algo en la mano...
Verónica estaba de nuevo dentro de un recuerdo, hacia segundos había visto como la bruja destrozaba a Teddy en tres pedazos, cabeza, torso, y finalmente le arrancó una piernita, entonces después del impacto de la visión intentó ponerse de pie pero la debilidad y el dolor del tobillo la empujaron a caer mirando el cielo crepuscular, se apoyó de costado y miró como la bruja y el claro giraron como sucedió con las tazas, también vio de nuevo todo llenándose de colores vivos, y segundos después ya estaba parada frente al antiguo parque, corrió a esconderse detrás de unos juegos infantiles para no ser vista, y extrañamente en el recuerdo no le dolía absolutamente nada; Estaba ahora viéndose así misma y a John jugando, se veían tan alegres que la chica no pudo evitar sonreír, entonces aguzó la mirada y casi cae de la impresión al notar que John llevaba a Teddy en la mano.
-Por favor John- dijo la pequeña Verónica con voz de suplica. -Regalame tu oso azul.
-Ya te dije- respondió John -Que te lo daré cuando seamos grandes para que lo CUIDES, porque los chicos al crecer ya no queremos a nuestros peluches, pero las niñas aún los cuidan.
Cuidan...
Cuidan...
Verónica sintió algo rompiéndose dentro de ella, se sintió tan inhumana e insensible, y aterrada por olvidar comprobar que podía olvidar cosas tan importantes, y ahora el recordarlas tan abruptamente le había hecho mal al corazón, Recordó pues que Teddy siempre había sido de John, que ella siempre lo había querido por su bonito color y aspecto dulce, recordó como lo rechazó miles de veces años después a quien había sido su inseparable amigo de juegos y travesuras , y el como él cumplió su promesa dándole a Teddy en esa caja después de todo lo que ella había hecho la hizo sentirse más perra que nada, y por si fuera poco ella ni siquiera recordaba un carajo de todo eso. Se sintió tan mala y sus ojos se inundaron de lágrimas, retrocedió y se sentó abrazada a sus piernas, se sentía maldita por el olvido, presa favorita de las garras del tiempo, estaba apunto de estallar en llanto cuando todo giró de nuevo, deseo ponerse de pie e ir corriendo hacia los niños para abrazar a John, y también para decirse a si misma que no olvidara nunca tan fácil, pero sintió otra vez el frío, el dolor del cuerpo, el sabor a sangre de la boca, su tristeza se transformó en ira, se puso de pie apretando los puños para soportar las punzadas del tobillo y apretando los dientes de enojo, aquél monstruo había roto a Teddy, lastimado a Cave, había engañado y asesinado a otras chicas con su aspecto de niña indefensa y lo tenía que pagar. Tenía que pagarlo todo.
-¿Tienes miedo?- preguntó la criatura mientras avanzaba hacia ella.
-Tengo miedo a cosas peores que tú- respondió Verónica y corrió hacia el monstruo ignorando el dolor agudo del tobillo y pegó un grito lanzándose hacia su tórax que recibió el impacto con sorpresa, haciendo que la criatura cayera de espaldas al suelo, Verónica cayó justo sobre ella y comenzó a lanzar puñetazos violentos y energéticos a la cara del monstruo, el cual lanzaba picotazos que la niña esquivaba apenas por segundos, la chica cayó a un costado y tanteó con la mano hasta dar con un trozo de madera gruesa de la cual se apoyó para ponerse de pie, ya estando, lo tomó con ambas manos y lo estrelló con todas sus fuerzas en las costillas de mono del monstruo que recién se levantaba aturdido por los golpes, al golpear la madera en las costillas, Verónica escuchó un "crack!" y la criatura chilló de dolor, la chica renovada por el enojo de la destrucción de su oso saltó de nuevo sobre su rival y ambas rodaron entre picotazos y puñetazos, quedó entonces Verónica sobre el monstruo y el coraje la armó de valor para meter sus pulgares con mucha fuerza en los ojos de cuervo de la criatura que chilló de dolor y se revolcó en el pasto. Verónica se levantó asustada y se tambaleó de pie.
-¡Estoy ciega, sucia hija de puta! ¡Oh, estoy ciega!- dijo la bruja mientras los chorros de sangre negra salpicaban por todas partes.
Verónica estaba asqueada y aterrada, sus ojos llorosos permanecían mirando como la sangre negra salia de las cuentas del monstruo, el cual hacia todo por intentar levantarse pero caía de nuevo a retorcer su criptido ser y soltar insultos para ella.
La chica avanzó cojeando hacia las rocas sobre las cuales había caído anteriormente, y tomó la mas grande que encontró, la levantó con ambas manos y mucho esfuerzo y sin decir nada caminó hacia la criatura mordiéndose el labio herido para soportar el dolor del tobillo, estando frente a la moribunda criatura alzó la roca con ambas manos y la dejó caer en su cabeza de pájaro con toda su fuerza, esta se dejó de mover y chillar al acto. Estaba muerta. Verónica se dejó caer al pasto adolorida y devastada, ya sin energía ni ánimos para levantarse de nuevo comenzó a arrastrarse hacía los restos de Teddy, los cuales recogió con sumo cuidado, también juntó la felpa que se le había salido y los abrazó con suavidad.
-Lo siento por todo- dijo, y no pudo resistir las lágrimas por mas tiempo y se echó a llorar desconsoladamente, lloró porque Teddy estaba despedazado, lloró por olvidar tantas cosas importantes, lloró porque extrañaba a su madre más que nunca, lloró porque sabía que también extrañaba y necesitaba a John, lloró fuerte y amargamente, como una niña pequeña, abrazó los restos del oso azul y se hizo un ovillo de llanto y frío, lloró también por miedo, y cayó en cuenta que desde que su madre murió había tenido miedo, había vivido aterrada, se había sentido sola y abandonada, desprotegida y asustada.
-¡Verónica!-
Cave había despertado y salido de la mochila, corría a velocidad hacía ella, se detuvo a mirar al monstruo lapidado unos segundos con asombro y corrió hacia la chica que lloraba en posición fetal.
-¡Verónica! ¡¿Que pasó, estas bien?!- le dijo mirando como el abrigo de la chica estaba rasgado, su cabello enmarañado y lleno de trocitos de hojas secas y ramitas rotas, como sus manos ensangrentadas cubrían su rostro y formaban una mezcla ennegrecida y como lloraba sin consuelo. Verónica retiró las manos de su cara, lo jaló hacia ella y lo abrazó con fuerza mientras le daba besos rápidos y apresurados.
Es...ta...mu...muert..ta..pe...pe...ro...o...rompió a...Te...ddy...- le respondió la chica entre llanto. -¡Me ale...gra tanto que e...stés bien!-
Cave sobó su morro en la mejilla empapada de la chica.
-Perdón por no haber sido de ayuda, pero tú lo lograste sola, fuiste muy valiente, nos salvaste a ambos, y tranquila, podemos reparar a Teddy- le dijo animándola.
-So...solo quiero irme a ca..s...sa, teng...o mu...mucho miedo y fri...frío- respondió llorando y temblando ella que no había llorado en muchísimo tiempo.
Cave se deslizó de sus brazos, y aumentó su tamaño, la tomó con sus patas y la abrazó contra el para protegerla del frío, miró a aquella niña sucia y ensangrentada que lloraba temblando de frío y miedo echa un huevito, luego miró al monstruo muerto con una roca sobre el cráneo destrozado y comprendió el horror que la chica experimentó, la valentía que tuvo que poseer para poder sobrevivir, bajó la mirada hacia la niña que lloraba y descubrió que estaba abrazando los restos del oso azul, aquél oso azul que había traído con ella de casa y había ocultado de el para no delatar que estaba asustada, que siempre lo había estado, que vivía con miedo, Cave sintió tanta simpatía y ternura por Verónica que la abrazó aun más fuerte contra él mientras el alba comenzaba a asomar entre las copas de los árboles y los animales del bosque se despertaban y caminaban hacía el claro para observar tristes como la chica se deshacía en lágrimas de dolor.
Epílogo:
TOCK. TOCK.
-Lo siento, ya cerramos-
TOCK. TOCK.
-Ya cerramos, hoy cerramos mucho mas temprano-
TOCK. TOCK.
John dejó de hacer el inventario del día y avanzó enojado hacia la puerta de la cafetería, la abrió de mala gana y se le pusieron los ojos como platos al ver a Verónica en el portal, con el labio levemente hinchado y pequeñas costras de rasguños en la cara, tenía un vestido y un suéter encima, un par de botas y una venda en la parte baja de la espinilla que parecía continuar hasta el tobillo.
-De mal humor ¿Hm?- dijo ella.
-¡Verónica! ¡No! Yo... Yo creí que era algún necio... Que... ¡Que sorpresa!- le respondió el chico avergonzado.
-Bueno, ¿Me harás pasar o puedo comenzar a montar mi tienda de campaña aquí afuera?- dijo ella sonriendo.
John abrió la puerta aún confundido y la chica entró cojeando un poco.
-¿Estas bien?- le dijo el cerrando tras ellos y señalando el tobillo de la chica y mirándola, ya que parecía salida de una pelea callejera.
-Aja, brujerías- respondió ella y se sentó en un silla con la mirada clavada en el chico, que la evitaba de nervios.
-¿Que... Que te trae por aquí?- preguntó aún impactado por el hecho que después de rechazarlo tantas veces, ahora ella estuviera tocando a su puerta.
Verónica tomó aire.
-Fui tan estúpida, tan inhumana, tan malagradecida contigo- empezó a decirle a John-Siempre estuviste ahí para mi y yo siempre fui tan tonta, quiero que me perdones por todo John... Por ser tan mala contigo- dijo ella con un nudo en la garganta pero orgullosa como siempre, resistiendo no llorar y continuó -Se que no lo merezco, que merezco que ahora tu me des la espalda y me lances a la calle, pero por favor... Estoy tan arrepentida...
John la miraba con sorpresa y ella le devolvía una mirada triste y sumisa, el chico avanzó hacía ella, le sonrió, le extendió la mano, Verónica la tomó, se puso de pie y John la estrechó a sus brazos, ella solo pudo rodearlo con los suyos por el cuello, cerrar los ojos, apoyar su cabeza en el pecho del chico y sonreír de alegría mientras una sensación cálida y hermética la inundaba por dentro y hacia su corazón latir de vitalidad.
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miércoles, 9 de abril de 2014
Verónica y la huella hedionda (3)
Cave tuvo la certeza de que se iba a vomitar con aquel olor.
Verónica olfateó con mas ánimo, pero seguía sin detectar nada más que la humedad.
-Debe ser el olor que buscamos ya que, estoy completamente segura de que no lo siento- dijo, y miró a Cave extrañada.
-¿Estás bien, amigo?- le dijo poniéndose de cuclillas.
-Sí, no pasa nada, es solo que esta peste es insoportable, la persona que lo posee es en verdad mala, estuvo aquí por mucho tiempo, tuvo a la víctima secuestrada, sea quien sea, no me explico esta peste sin otra razón, al salir al exterior espero que el olor se vuelva menos fuerte, y con el viento podré canalizar la búsqueda-
-¿Cómo el viento?-
-Sí, lo liberare al viento y podremos seguirlo, irá de vuelta con su dueño-
-Entonces propones ir ahora mismo ¿No?- respondió ella.
-Eso si no tienes algún inconveniente- le propuso Cave.-Podemos irnos esta misma noche, acabate el chocolate, necesitas energía, haremos esto rápido-.
La chica se subió el abrigo, se amarró el pelo y lo escondió de nuevo bajo el gorro, extrajo los guantes de lana de su mochila y se los puso, mientras se comió el resto del chocolate a mordidas enormes:
-Vamos, ya estoy lista, que el frío era lo que me iba a matar a mi-
Salieron de la vieja casa del terror y Cave suspiro liberando el olor.
-¡Vamos! ¡A mi lomo! ¡Y sujetate bien!- le grito a la chica, esta saltó y se abrazó a el, y salieron velozmente hacia el olor que solo Cave veía alejarse como una espiral a toda velocidad, se metía justo detrás de la feria, hacia el bosque , saltaron las mallas protectoras, y se adentraron a toda velocidad a la penumbra de este, decididos a no perder la pista, al cabo de unos minutos de saltos entre follaje espeso (y de muchos insectos y ramitas estrellados en la cara de Verónica) salieron a un campo bajo, Verónica suspiro aliviada, y Cave pudo avanzar menos trabajosamente por varios metros de persecución intensa, entonces verónica divisó a unos metros una casa vieja y decrépita, que se imponía al horizonte, parecía tan abandonada como la feria, y entonces tuvo la sensación de estar en un mundo donde el tiempo había castigado a los recuerdos, obligándolos a pudrirse en la madera, a oxidarse en el metal, a borrarse en la pintura, y a fundirse con la humedad, y se sintió aliviada por haber rescatado aquel recuerdo con su madre, y ahora tenerla tan fresca en la memoria de nuevo, sintió que los ojos se le inundaban de lágrimas cuando Cave frenó a metros de la casa. La chica se limpio las lágrimas con el abrigo y saltó suavemente de su amigo.
-Es aquí- le dijo el susurrando. -Al suelo.
Verónica se acostó en el pasto y aguzó la mirada, la vieja casa constaba de dos pisos, una vieja construcción con aires góticos y dos ventanas enormes y alargadas al frente, parecían dos ojos vacíos, como las cuencas de un cráneo seco, observo la primera tan oscura como la profundidad del bosque, entonces detectó una pequeña luz en la segunda.
-Cave, hay algo ahí, una luz, mira- dijo apuntando con el dedo. -¿Que te parece que es?-
-Quedate aqui, iré a revisar- le respondió el y antes de avanzar agregó- Si es seguro, te llamo- se hizo algo más pequeño y avanzó a la casa, al llegar a la ventana saltó a su marco y observó.
Verónica permanecía helada en el pasto, el frío le congelaba los huesos a pesar del abrigo, el vaho de su boca la hacia parecer un tren de vapor humano, y sintió miedo. Levantó la mirada y vio que Cave aun revisaba la ventana y se descolgó la mochila, rebuscó en su interior y sacó al pequeño oso azul que había llevado consigo y lo metió dentro de su abrigo, cerca de su pecho, aun sin entender porque la hacia sentirse segura.
-Estupido Teddy- mencionó confundida y lo apretó a su pecho. Entonces escuchó a Cave decir su nombre, se paró y avanzó algo encorvada en silencio hacia el.
-Promete que seras valiente- le dijo a la chica susurrando cuando esta estuvo de rodillas a su lado.
-Cuando estaba en el vientre de mi madre, flotaba en valentía- respondió ella sonriendo nerviosamente.
-Observa- respondió Cave y movió la cabeza hacia la ventana.
Verónica observo con los dedos sobre el marco y descubrió que la luz provenía de una vela, sobre una mesa, iluminaba a penas lo que parecía ser un estudio, paseo la mirada en la alfombra de rombos que adornaba el suelo y al llegar a la esquina casi se le sale el corazón del pecho. Una niña rubia de escasos diez años los miraba asustada, estaba atada en un nudo que conectaba sus manos con sus piernas y permanecía sentada, su aspecto era sucio y descuidado y tenia los ojos hinchados de tanto llorar, parecía que gritaba pero una mordaza impedía que algo se oyera.
-¡Cave! ¡Es una niña!- dijo alarmada. -¡Tenemos que ir por ella!-
Cave respondió:
-Lo se; No lo entiendo, el olor vino hasta acá, pero no detectó mas presencia que la de esta nena, la cual no parece ocultar nada, es una presencia débil y asustada-
-Entonces- contestó ella apresurada- probablemente el asesino esta cerca de aquí porque la dejó a la vista de quien sea, que este lugar sea tan macabro y retirado le pudo dar la confianza, por lo que probablemente salio rápido, es nuestro momento, entremos por ella, ambas cabemos en tu lomo, con ella a salvo será mas fácil que lo elimines a él-
Cave asintió.
-Ve por una roca- le dijo -Tenemos que romper el cristal.
-¿Y por que no te transformas?-
-Recuerda que como monstruo soy visible a quien sea, esta niña podría asustarse aun más-
Verónica asintió y corrió hacia el pasto y buscó apresuradamente una roca que cupo en su palma abierta, regresó y le dijo a Cave: -Atrás- y golpeó el cristal que viejo como era, se partió al instante con un ruido sordo y vacío, se abrió un espacio de cuarto de ventana, suficiente para que entrara ella con sumo cuidado, metió una pierna después de retirar los pedazos filosos de cristal del borde y después metió el cuerpo, por último y ya dentro solo metió la pierna restante, Cave tan solo saltó y cayó a su lado, la chica miró el lugar para comprobar que estaba vacío, a pesar de que Cave confirmó que así era y avanzó a la niña que se movía alarmada, comenzó a desatar el la mordaza apresurada.
-Por favor no grites, vengo por ti, a salvarte- le dijo y antes de quitar la mordaza le dijo con voz amistosa-¿Prometes no gritar?-
La niña asintió con la cabeza y Verónica saco la mordaza de su boca, la niña tomó una bocanada de aire y dijo con voz temblorosa:
-Llevenme con mamá-
Verónica estaba a punto de decir algo como "Eso haré, tranquila" cuando detecto que la chica dijo "Llevenme" se suponía que solo ella podía ver a Cave.
-Solo estoy yo, aquí- le dijo nerviosa.
-No, estas tú y tu amigo el conejito- le respondió la niña, Verónica y Cave no pudieron disimular su asombro, ya que la chica veía exactamente al lugar en el que Cave estaba.
-¿Puedes ver al conejo?- le dijo pasmada.
-Sí, es muy bonito- respondió ella con voz queda.
-Cave, acercate- le dijo Verónica y Cave avanzó receloso hacia ellas, la chica se puso de cuchillas a desatar los nudos- Se llama Cave y es mi... -se detuvo en seco al notar que la chica no estaba atada en realidad, sino, solo tenia las cuerdas encima, montadas de tal forma que parecía que lo estaba -¿Que carajo?- dijo -Cave, esta perra no esta...
Entonces la niña rubia se puso de pie de un salto y las cuerdas cayeron como si nada al suelo, empujó con una mano, la chica cayó sentada abruptamente.
-¡Es ella Verónica! ¡Es una bruja, oculto su energía! ¡Fue una trampa!- gritó Cave alarmado y la niña rubia se lanzó sobre el con un gruñido a una velocidad sorprendente, lo tomó de las orejas y lo azotó contra la pared con fuerza antes de que el pudiera defenderse. Cave cayó al suelo sin moverse, completamente inconsciente.
Verónica se puso de pie rápidamente gritando el nombre de su amigo alarmada, pero la niña la empujó de nuevo, ahora hacia un librero, la chica se azotó con fuerza y cayó boca bajo con una leve lluvia de libros sobre ella, levantó la mirada sólo para ver como la niña rubia se iba cayendo a trozos de carne viva, y de su interior salia una criatura, con cara de cuervo y cuerpo de mono, era una aberración de poco mas de metro y medio, la chica sacudió la cabeza para espantar el aturdimiento y no dejar que el horror de la visión la hiciera estúpida y se puso de pie rápido sintiendo como su labio sangraba, lanzó una enciclopedia de las que habían caído sobre ella hacia el cristal de la ventana, la enciclopedia se estrelló contra ella e hizo añicos el cristal, tomó a Cave y saltó por la ventana, la criatura la siguió después de lanzar un graznido, salto también hacia la ventana y el resto del cristal se hizo añicos tras ella, Verónica corrió a toda velocidad hacia el bosque, pero al voltear la mirada, el monstruo se abalanzó sobre ella, ambos cayeron rodando por el pasto, pero Verónica rodó más lejos por la fuerza de impacto y se precipito a una pequeña depresión que desembocaba a un claro, cayó rodando y apretó los brazos con fuerza para no soltar a Cave, por lo que su cuerpo recibió los golpes de la caída directamente, sola algunos fueron levemente amortiguados por la mochila, el monstruo rodó unos metros mas lejos de ella y chillo aturdido, Verónica se arrastró detrás de un tronco caído que la ocultaba temporalmente del monstruo, deposito a Cave en el suelo, se descolgó la mochila sintiendo como la sangre de su labio inundaba toda su boca y como varias partes de su cuerpo estaban hirviendo y latían de dolor, abrió la mochila con rapidez y depositó dentro a su amigo, la cerró y tomo varias ramas y trozos de madera sueltas para cubrirla. Había puesto a salvo a Cave.
El monstruo se puso de pie y bajó por la depresión a gran velocidad.
-Luces sabrosa- le dijo aún con la voz infantil. -¿Donde estas preciosa?-
-Así que eras una bruja, y mataste a todas esas niñas- dijo la chica en voz baja mientras se ponía de pie temblando, sintiendo un dolor en el tobillo y luchando por no quebrarse de miedo y asombro.
El monstruo comenzó a avanzar hacia ella al verla.
-Tus novios te dejaron porque eras una bruja con ellos- le gritó Verónica, y al reír sintió una punzada de dolor en la boca y se abrazó al recuerdo de su madre en las tazas giratorias y de la tibia sensación que le producía, porque supo que estaba perdida e indefensa; Intentó correr al bosque pero el tobillo le devolvió un dolor agudo y cayó al suelo, el monstruo brinco sobre ella y la chica gritó de dolor, la bruja la golpeo y Verónica rodó sobre el pasto para caer boca arriba, el monstruo levantó el brazo avanzando hacia ella y lanzo un rasguño, el abrigo de la chica se rasgó y el oso Teddy cayó a su lado, Verónica lo apretó con la mano y se pudo poner de pie tambaleante.
-Podría escoger muchos insultos hacia ti, pero creo que puta bruja es el mejor ¿Entiendes?- le dijo con voz débil pero aun cargada de desafío y no queriendo ceder ante la eminencia del peligro, el monstruo le tomó el brazo con fuerza y el dolor le hizo abrir los dedos, Teddy cayó al suelo, lanzó a Verónica y esta cayó de espaldas sobre un montón de rocas camuflajeadas entre musgo y pasto, pegó un alarido de dolor encorvada.
-Oso, oso, mentiroso- dijo la bruja burlonamente mientras recogía a Teddy del suelo y agregó- Antes de comerme a mis niñas primero les mutilo la esperanza.
Verónica se incorporó llena de dolor sólo para ver con horror como el monstruo despedazaba a Teddy con el pico.
martes, 8 de abril de 2014
Verónica y la huella hedionda (2)
-Primero que nada -dijo mientras entraban a una cafetería poco llena-, será encontrar un lugar donde quedarnos, un motel, por ejemplo. Pagaré... cuarenta y ocho horas, así que mañana mismo debemos acabar con esto.
-Tú sabes que puedo seguir su olor, la maldad que irradia, pero necesito algo suyo para poder distinguirlo del resto -dijo Cave mientras saltaba sobre la mesa en la que la chica se había sentado.
Verónica tensó la mandíbula.
-Señorita, ¿Qué le traigo? -un mesero de aspecto aburrido le extendió una carta menú.
-No es necesario, gracias, sólo quiero un café americano, y un panqué sin pasas. Y... El diario de hoy -respondió.
El mesero se retiró.
-¿El diario de hoy? -preguntó Cave, curioso.
-Algo debe decir sobre los asesinatos, quizás si menciona alguna dirección podemos ir hasta ella y podrás oler la escena del crimen y distinguir su olor -explicó ella hablando en tono precavido para no despertar sospechas.
-¿Nos dejarán entrar? En esos sitios suelen poner cintas y...
-Ya, ya sé, nadie se va a enterar, y si nos atrapan sólo verán a una niña curiosa, no me darán cadena perpetua por eso.
-¿Y si no hay direcciones?
-Joder, tiene que, al menos una... por cierto, el panqué es para ti.
-Gracias, Ve, ¿tú no tienes hambre?
-No, estoy muy emocionada como para comer -respondió ella arrugando la nariz.
El mesero regresó con el café y el panqué, y extendió el diario a la chica.
-Muchas gracias -dijo ella y le puso cinco cucharadas de azúcar al café, y comenzó a hojear el diario con el ceño fruncido.
-¿Nada? -preguntó Cave al cabo de un rato.
Verónica no respondió, al cabo de un par de minutos sonrió y dijo:
-Aquí está.
Guardó la hoja del diario en la bolsa del abrigo. Nadie se dio cuenta de cómo el panqué recibía las mordidas invisibles de Cave, que desapareció sobre el plato; y la chica se bebió el café, que se enfrió con velocidad. Pagó y salieron a la calle.
-Vamos por un taxi, le doy la dirección y llegamos al lugar exacto, así de fácil.
-¿No que iríamos al motel? -le respondió Cave.
-Cave, colabora un poco. Moteles hay muchos, conozco uno. Siempre hay vacantes, no es caro, relájate.
-¡Ahí! ¡Un taxi! -dijo él.
Verónica levantó el brazo, mientras con una mano extrajo la página del diario. Subieron al taxi.
-A la calle 72, en Dahmer, por favor.
-¿Vas sola a ese lugar? -preguntó el taxista mientras la miraba extrañado por el espejo retrovisor.
-A la 72 en Dahmer -repitió ella seria.
-Bueno -respondió el taxista encogiéndose de hombros.
lunes, 7 de abril de 2014
Verónica y la huella hedionda (1)
El cigarro de esa tarde se consumía demasiado lento, ya que el aire favorecía el posible cáncer de sus pulmones. El aire apenas tenía un soplo ocasional, frío, como un espectro que te suspira en el oído a las horas más muertas de la noche. Verónica y Cave permanecían sentados en lo más alto de una colina y desde ahí contemplaban la ciudad que se asomaba apenas diminutamente entre los árboles espesos. La chica permanecía con la cara sobre sus rodillas, abrazando sus piernas, con el cigarrillo soltando su humo danzante en la mano.
-La mamá de Julia dijo que dices demasiadas palabras obscenas y que te vistes como si estuvieras en un funeral- comentó Cave.
-Bueno, estoy en uno: Mi vida- respondió ella y exhaló el humo del cigarro pasivamente-. ¿Qué hacías acaso? ¿Espiar?
-Sólo recorría la casa, estaba muy aburrido.
-También yo, por eso salimos de ahí cuanto antes- dijo ella y comenzó a acariciar el morro del conejo-. Cave... Si te pido un favor, ¿Lo harías?
-Bueno, eso depende.
-Al carajo con esa mierda, Cave- dejó de acariciar-. Si vas a hacer algo por mí, que sea por mí, no porque creas que también es bueno para ti.
Cave no se alteró.
-Siempre sales con alguna locura, Verónica, sólo intento protegerte.
-¿De qué?
-De ti misma.
La chica pasó unos minutos en silencio y finalmente dijo:
-En la ciudad- apuntó con el dedo- están matando chicas, llevan muertas tres chicas en dos semanas; en este mes, con las del anterior suman seis, y todas presentan huellas de abuso sexual y... Partes del cuerpo comidas.
-¿Comidas?
-Sí, quien las mata se come directamente del cadáver algunas partes.
-...Vaya.
-Quiero que vayamos a la ciudad y busquemos a quien las mata, y me dejes a mí matarlo.
-¿Estás loca?- preguntó Cave, no pudiendo evitar un tono de sorpresa.
-No, estoy molesta- respondió ella, mientras apagaba la colilla en el pasto.
-¿A ti en qué te afecta?
-No esperaba menos de ti, no sé cómo carajo sigues conmigo si te da lo mismo que alguien me atrape y me traiga en alguno de estos árboles para violarme y después comerse mis pechos- atajó ella con un evidente tono de indignación.
-No dejaría que te hagan daño. Verónica estuvo a punto de discutir de nuevo, pero abrió los ojos y sonrió de manera satisfecha. Se puso de pie y descendió corriendo la colina, Cave corrió tras ella intrigado.
-¿Adónde vas?- le dijo.
-A casa, por mi mochila y dinero- respondió ella mientras se montaba en la bicicleta.
-¿Y para qué quieres todo eso?- preguntó Cave aún sin entender.
-Me voy a la ciudad a buscar al culpable de esas muertes, Cave- respondió ella cortante, con aquel tono que marcaba un sello de titanio a su decisión, que ya no había nada que la hiciera echarse atrás-. Tú decides si me ayudas o no, aunque con tu ayuda sería muy sencillo...
-Deja eso a la policía, Verónica- apremió él.
-Probablemente den con él, pero no hasta que mate de nuevo, a veces incluso los dejan seguir matando para que dejen más pistas, Cave, tú puedes hacer que lleguemos a él en un día, y si no me quieres acompañar, no lo hagas, aunque podría atraparme y...
-Ya, ya, entiendo tu punto- respondió él, entre incrédulo y molesto-. Está bien, vamos, pero sólo porque no me dejas alternativa.
Verónica sonrió satisfecha.
Papá, estaré en casa de Nancy este fin de semana, no te avisé porque sé que no te darás cuenta de que no estoy hasta que necesites que alguien vaya por cerveza. Por cierto, tomé del dinero de mi beca antes de que te lo gastes, cuídate mucho, y por favor no te mueras mientras no estoy. .
Te quiere,
Verónica.
Dejó la nota sobre la mesa de la televisión, y corrió a su habitación. Tomó su mochila de viaje y metió ropa interior y un par de mudas, en una bolsa antiácido metió su cepillo de dientes y pasta dental, además metió más cosas de cuidado personal en la mochila y se puso sus botas más cómodas y su abrigo más caliente para evitar llevar muchas cosas. Miró alrededor de la habitación con los ojos entrecerrados para detectar si algo se le pasaba, entonces se topó con un oso azul de peluche sobre su cama.
-Teddy- susurró. Miró hacia la puerta y no detectó a Cave cerca, así que corrió a tomar el peluche y lo metió a la mochila en cosa de segundos. -Qué estúpida eres, Verónica- se dijo.
Bajó las escaleras rápido y Cave ya la esperaba en la puerta.
-Lista- dijo. Cerró la puerta. Suspiró y miró a Cave.
-No te asustes- le dijo mientras avanzaban por el sendero y las hojas secas crujían bajo sus pasos-. Por primera vez en mi vida siento que estoy haciendo algo bien. Que estoy ayudando a alguien... Que estamos en una misión.
-No lo vas a matar tú, lo haré yo- dijo él, y nada más.
Verónica asintió con un halo siniestro.
-Está bien, no dudes que lo merece. Todas esas chicas eran menores de edad, ninguna merecía acabar así, y ahora vámonos que el último autobús pasa a las siete, y este maldito bosque está helando muy jodido.
-Pero si es verdad, sí dices muchas palabras obscenas- dijo él, divertido.
-¡Ah, Cave! Mierda, apúrate- respondió ella sonriendo levemente, y apuraron el paso.