miércoles, 13 de marzo de 2013

Madre, quiéreme cuando se haga de noche.
Este nudo en mi corazón se ata cada vez más
no se que hacer cuando la mañana anuncia su filo

Tan lejos                                         ytancerca.

Verónica y la infancia.

Podría conocer mucho de todo, y  a la vez de nada.
Esa tarde Verónica estaba sentada en un columpio de un parque casi vacío a excepción de un par de niños que jugaban despreocupados bajo un cielo gris y otoñal; Cave, el conejo, permanecía en el pasto seco, a escasos centímetros de sus botas, contemplaba a los niños, el aire frío movía su cabellera y lamia sus mejillas rosadas.
-Cave- dijo con voz baja y sin retirar la mirada de los niños.
-¿si?- respondió el conejo sin mirarla también.
-¿Alguna vez fuiste niño?- preguntó la chica.
-No lo sé, quizás si, o no, ser niño no significa mucho para nosotros, ¿Y porqué preguntas?-
Verónica pateó el suelo para merecer un poco.
-Yo sí, pero, no recuerdo mucho, y es extraño, se supone que fue la época más feliz de mi vida, pero no recuerdo que lo fuera, más bien, no recuerdo casi nada, pero, recuerdo que jugaba en este parque-
-¿Y los chicos con los que jugabas?-
-Están muertos-
Cave rió.
Verónica hizo una mueca y continuó:
-Al menos para mi, la gente cambia, Cave, y quien diga que no, es por que esta mintiendo, ellos están muertos para mi, ¿Entiendes? Bueno, lo que quiero decir, es que, ya no queda nada de lo que alguna vez fueron cuando jugábamos aquí, ahora, están llenos de vanidades, complejos, envidias y rencores, como yo, quizás después de ser niños, morimos, en vida, por eso, este lugar, al menos para mi, mas que un parque, es un maldito cementerio.