lunes, 24 de septiembre de 2012

AMBUSCADE








1-          Ambuscade.
     “Sweet dreams are made of these
      Who am I to disagree?
      Travel the world and the seven seas
      Everybody's looking for something” Marilyn Manson.

Caía una tarde de invierno cuando, en el sendero de un frio bosque, cuatro chicas permanecían sentadas sobre las hojas secas y muertas de un árbol, hablando en voz baja, pero rápida, una de ellas parecía ser la líder ya que a diferencia de las demás, solo permanecía escuchando lo que decían le chicas entre risas y tonos auditivamente emocionados. La chica era de piel blanca y cara pecosa, su cabello castaño permanecía amarrado en una cola que asomaba bajo su gorro gris, la malicia era una chispa que brillaba en sus ojos azulados.
-Una por una- exclamo algo cansada.
Las chicas pararon, obedientes, se miraron entre ellas después de unos segundos una chica que portaba gafas dijo con la mirada baja y mientras jugaba nerviosamente con los dedos:
-No se, Andrea, Verónica no hizo nada-
La chica de ojos azulados hizo una cara de sorpresa y pregunto con voz burlona:
-¿Eso que escucho es compasión por la antisocial? ¡Chicas Amelia tiene compasión por ella!
Todas las chicas rieron burlándose, y Amelia se acomodó las gafas avergonzada para decir con voz aun más temblorosa:
-No es eso Andrea, es solo que realmente no hizo nada malo-
Andrea se puso de pie, se sacudió las hojas del abrigo, y bajo la mirada de todas las chicas y se acercó a Amelia para golpearla en la cara, las gafas de Amelia cayeron a un lado, y esta roja de vergüenza solo pudo decir:
-Lo siento-
Andrea levanto la cara y las miro a todas amenazantemente, se aclaró la garganta y comenzó:
-Cuando iniciamos este grupo, todas pactamos que yo seria la líder, y que mis decisiones no serian puestas en juicio, ustedes no son nada, ni nadie para cuestionarme, son feas, gordas, nadie se fijaba en ustedes hasta que yo las acepte como amigas, ¿A quien se lo deben todo?
-A ti, Andrea- dijeron las chicas al unísono, dejando en claro que era algo habitual.
Andrea sonrió satisfecha, después miro con ira a Amelia.
-Esta es la última vez que acepto que me cuestiones estúpida- dijo mirándola -¿Esta claro?
Amelia bajo la mirada y respondió.
-Si Andrea, no pasara de nuevo-
Andrea continúo agitando la cabeza de manera arrogante.
-Verónica es un fastidio, ¿Se han fijado como la ve John? ¿Qué hay de atractivo en una puta que la mitad del día esta callada y la otra mitad esta en casa encerrada?, Yo no permitiré que nada, ni nadie se meta entre John y yo, y no me interesa que Verónica no haya hecho nada aun, el propósito en que ni lo intente. Por eso, vamos a dejarle unas marcas como advertencia.
-Vamos a romperle esa cara de mustia- exclamo emocionada una chica pelirroja, y las expresiones de emoción de las otras chicas le sucedieron.
-Exacto Rose- le respondió Andrea sonriendo –Cuando Verónica pase por este lugar saldremos y la golpearemos hasta que no se pueda parar.
-Seguro no regresa a la escuela- dijo entre risas la cuarta y última chica, de cabellos morenos y tez tostada. Se llamaba Mary.
-Ese es el propósito- le respondió Andrea con una sonrisa de malicia e ira inexplicable en el rostro.
Las hojas crujieron a los lejos. Alguien venia.
Las chicas se tiraron al suelo, Andrea bajo aun mas la voz, se acercaron arrastrándose silenciosamente oyendo las instrucciones.
Mirando alzando las cabezas, y entonces a lo lejos una chica de piel pálida, cabello lacio y negro bajaba con la mirada perdida y audífonos en los oídos, vestía un abrigo de piel oscuro y una falda de cuadros con mallas negras y botas cafés, con la mochila morada escolar al hombro. Iba moviendo los labios, parecía que cantaba, ignorando por completo lo que le esperaba. Chasqueaba los dedos de la mano, al ritmo de la música, sus uñas iban con esmalte morado oscuro.
-¡Es ella!- exclamo Mary, en un susurro excitado.
Andrea movió la cabeza afirmativamente, y la sonrisa de malicia se hizo aun mayor.
Verónica caminaba siempre por ese sendero, ya que su casa estaba a las afueras del pueblo, y tomaba ese atajo para llegar mas rápido, Andrea la había seguido un día antes sin que ella se diese cuenta, y ahora, ahí estaba con sus perras, esperando para atacar cobardemente, cuando Verónica estuviese cerca del árbol.
Iba cantando, con paso lento, sus ojos marrones iban perdidos en los arboles fríos y solitarios, el clima era frio y gris, como una lapida de cementerio, y ella era el epitafio que agregaba hermosura poética a tanta muerte.
Entonces al pasar por el  árbol del sendero, cuatro chicas salieron de la nada, eran Las Perras, como les llamaban los chicos de la escuela, y supo que no estaban ahí para recoger bellotas con ella, asustada se quito los audífonos, y la música de Joy Division se vio eclipsada por aquel momento de miedo y tensión.
-Hola Verónica- saludo burlonamente Andrea  y avanzo lentamente, mirándola burlonamente, mientras Rose le seguía el paso, solo unos centímetros detrás de ella, también la miraba anunciando lo que venia.
Verónica intento retroceder pero dos chicas ya estaban detrás de ella. Amelia y Mary.
-No vas a ninguna parte- dijo Mary mirándola con desagrado, Amelia solo trago saliva.
Andrea y Rose rieron.
-¿Qué pasa?- pregunto Verónica mientras miraba nerviosamente a las chicas, que cada vez estaban ya cerca de ella.
Andrea se acercó, tomo su hombro, sonrió y tomo el audífono que colgaba.
-¿Qué escuchas pequeña Verónica?- dijo mientras lo ponía en su oído.
-Es… Joy Division- respondió ella, muy seria, pendiente de cualquier sonido, movimiento, alerta.
-Música enferma, para enfermos- dijo, y su sonrisa paso a una mueca, se quito el audífono y dijo -¿Te gusta el dolor Verónica?
Ella la miro fijamente, nadie se metía con su música, ni con ella, entonces, sonriendo desganadamente respondió:
-Un poco ¿Tienen una dosis?-
-Te vamos a dar un poco- dijo Andrea sorprendida pero aun amenazante. y la empujo.
Verónica retrocedió del empujón y por el peso de la mochila cayo al suelo de espaldas, Andrea corrió hacia ella y se monto, la tomo del cara y le azoto la nuca contra las frías hojas, entre las cuales habían rocas y pedazos de maderas, Verónica dio un alarido de dolor, e intento sacársela de encima, golpeando y rasguñando a Andrea, que comenzó a ceder,  las demás chicas reían mientras gritaban insultos; En el bosque nadie podía oír sus gritos. Andrea golpeaba sin tregua, pero Verónica luchaba ferozmente para derribarla de encima, llevaba desventaja solo por el hecho de estar en el suelo, las demás chicas corrieron y comenzaron a patearla por donde podían, solo Amelia se quedo paralizada observando como Verónica era golpeada, Rose tomo la mochila de la chica, arrancándola con brusquedad de ella, pateo su espalda, la abrió y vacío su contenido por el suelo del bosque, pateo los libros, tomo los lápices y los partió por la mitad, Verónica solo podía cubrirse y gemir de dolor, una patada de bota le dio exactamente en la boca, sus labios se partieron y la sangre baño las hojas secas, la voz de Ian Curtis seguía sonando, pero nadie lo escuchaba, así como nadie escuchaba aquella atrocidad.
-Ya basta- dijo Andrea mientras se ponía de pie y observaba a Verónica sangrante en el suelo, se llevo la mano a la cara y sintió que llevaba marcas de uña y unos moratones en las mejillas –Creo que con esto le bastara, no te acerques a John -pateo furiosa el estomago de la chica.
-Toma eso puta- le dijo Mary, se acercó y escupió a Verónica que apenas podía moverse, he intentaba tomar aire de nuevo. Rose pateo uno de sus puños, y levanto los puños como señalando victoria.
Las perras se pusieron de pie, Amelia permanecía a un lado, jugando con sus dedos de manera nerviosa mientras contemplaba a Verónica en el suelo, Andrea deparo de ello. Sonrió maliciosamente.
-Eh, Ame, ¿Aun entrenas futbol no?- dijo acercándose a ella.
Amelia asintió nerviosa.
-Bien- continúo Andrea –No le pusiste ni una mano encima, maldita cobarde de mierda, solo por eso, tendrás que darle el tiro de gracia.
-¿Tiro de gracia?- pregunto Amelia mirando con miedo a Andrea.
-Si ¡Chicas! Pongan de rodillas a esa puta- dijo Andrea apuntando a Verónica, Mary y Rose la tomaron de los brazos y con cierto esfuerzo la pusieron de rodillas sosteniéndola, puesto que Verónica estaba completamente inútil como para sostenerse por si sola. Solo sentía el odio en ella, las ganas de tomar una roca y romper los dientes y cráneos de Las Perras, pero no podía moverse, sentía el cuerpo dormido, inútil, pero el odio latente, furioso, posible de todo.
-Quiero que la patees directamente en la nuca, quiero dejarla aquí, tirada sin moverse, para que la encuentre algún vago, le gustara la carne joven- comenzó a reír seguida por Mary y Rose.
Ame miro de un lado a otro, sabia que no podía hacer algo así, Verónica no les había hecho nada, ella no tenia la culpa que a John le resultara atractiva, ella podía ser lo callada que quisiera, ellas no tenia que hacer eso, no tenían por qué, pero por otro lado, si se negaba la golpeada ahora podría ser ella, Andrea la hizo bonita, le consiguió chicos, si se negaba la sacarían del grupo… Temía mas a Andrea que a su conciencia, estaba adiestrada, no podía huir de ella.
-¡Hazlo!- el grito de Andrea la saco de concentración, trago saliva y teniendo la sensación de que se arrepentiría profundamente de lo que estaba por hacer, corrió para patear a Verónica justo en la nuca, con el empeine, esta cayó de frente entre las rizas de las chicas, y perdió la razón, para caer en las garras de la oscuridad.
Las chicas tomaron sus cosas rápidamente y se retiraron corriendo dejando a Verónica ahí, Amelia la miro llena de angustia, y corrió detrás de ellas, para no quedarse sola, mientras la música de JoyDivision seguía saliendo los audífonos, cantándole a la inconciencia, acababan de firmar un contrato que les garantizaba dolor y sufrimiento, acababan de derramar un vaso de odio y rencor, habían jodido a la chica equivocada.  

jueves, 20 de septiembre de 2012

Adelanto de Verónica.









1-          Ambuscade.
     “Sweet dreams are made of these
      Who am I to disagree?
      Travel the world and the seven seas
      Everybody's looking for something” Marilyn Manson.

Caía una tarde de invierno cuando, en el sendero de un frio bosque, cuatro chicas permanecían sentadas sobre las hojas secas y muertas de un árbol, hablando en voz baja, pero rápida, una de ellas parecía ser la líder ya que a diferencia de las demás, solo permanecía escuchando lo que decían las chicas entre risas y tonos auditivamente emocionados. La chica era de piel blanca y cara pecosa, su cabello castaño permanecía amarrado en una cola que asomaba bajo su gorro gris, la malicia era una chispa que brillaba en sus ojos azulados.
-Una por una- exclamo algo cansada.
Las chicas pararon, obedientes, se miraron entre ellas después de unos segundos una chica que portaba gafas dijo con la mirada baja y mientras jugaba nerviosamente con los dedos:
-No se, Andrea, Verónica no hizo nada-
La chica de ojos azulados hizo una cara de sorpresa y pregunto con voz burlona:
-¿Eso que escucho es compasión por la antisocial? ¡Chicas Amelia tiene compasión por ella!
Todas las chicas rieron burlándose, y Amelia se acomodó las gafas avergonzada para decir con voz aun más temblorosa:
-No es eso Andrea, es solo que realmente no hizo nada malo-
Andrea se puso de pie, se sacudió las hojas del abrigo, y bajo la mirada de todas las chicas y se acercó a Amelia para golpearla en la cara, las gafas de Amelia cayeron a un lado, y esta roja de vergüenza solo pudo decir:
-Lo siento-
Andrea levanto la cara y las miro a todas amenazantemente, se aclaró la garganta y comenzó:
-Cuando iniciamos este grupo, todas pactamos que yo seria la líder, y que mis decisiones no serian puestas en juicio, ustedes no son nada, ni nadie para cuestionarme, son feas, gordas, nadie se fijaba en ustedes hasta que yo las acepte como amigas, ¿A quien se lo deben todo?
-A ti, Andrea- dijeron las chicas al unísono, dejando en claro que era algo habitual.
Andrea sonrió satisfecha, después miro con ira a Amelia.
-Esta es la última vez que acepto que me cuestiones estúpida- dijo mirándola -¿Esta claro?
Amelia bajo la mirada y respondió.
-Si Andrea, no pasara de nuevo-
Andrea continúo agitando la cabeza de manera arrogante.
-Verónica es un fastidio, ¿Se han fijado como la ve John? ¿Qué hay de atractivo en una puta que la mitad del día esta callada y la otra mitad esta en casa encerrada?, Yo no permitiré que nada, ni nadie se meta entre John y yo, y no me interesa que Verónica no haya hecho nada aun, el propósito en que ni lo intente. Por eso, vamos a dejarle unas marcas como advertencia.
-Vamos a romperle esa cara de mustia- exclamo emocionada una chica pelirroja, y las expresiones de emoción de las otras chicas le sucedieron.
-Exacto Rose- le respondió Andrea sonriendo –Cuando Verónica pase por este lugar saldremos y la golpearemos hasta que no se pueda parar.
-Seguro no regresa a la escuela- dijo entre risas la cuarta y última chica, de cabellos morenos y tez tostada. Se llamaba Mary.
-Ese es el propósito- le respondió Andrea con una sonrisa de malicia e ira inexplicable en el rostro.
Las hojas crujieron a los lejos. Alguien venia.
Las chicas se tiraron al suelo, Andrea bajo aun mas la voz, se acercaron arrastrándose silenciosamente oyendo las instrucciones.
Mirando alzando las cabezas, y entonces a lo lejos una chica de piel pálida, cabello lacio y negro bajaba con la mirada perdida y audífonos en los oídos, vestía un abrigo de piel oscuro y una falda de cuadros con mallas negras y botas cafés, con la mochila morada escolar al hombro. Iba moviendo los labios, parecía que cantaba, ignorando por completo lo que le esperaba. Chasqueaba los dedos de la mano, al ritmo de la música, sus uñas iban con esmalte morado oscuro.
-¡Es ella!- exclamo Mary, en un susurro excitado.
Andrea movió la cabeza afirmativamente, y la sonrisa de malicia se hizo aun mayor.
Verónica caminaba siempre por ese sendero, ya que su casa estaba a las afueras del pueblo, y tomaba ese atajo para llegar mas rápido, Andrea la había seguido un día antes sin que ella se diese cuenta, y ahora, ahí estaba con sus perras, esperando para atacar cobardemente, cuando Verónica estuviese cerca del árbol.
Iba cantando, con paso lento, sus ojos marrones iban perdidos en los arboles fríos y solitarios, el clima era frio y gris, como una lapida de cementerio, y ella era el epitafio que agregaba hermosura poética a tanta muerte.
Entonces al pasar por el  árbol del sendero, cuatro chicas salieron de la nada, eran Las Perras, como les llamaban los chicos de la escuela, y supo que no estaban ahí para recoger bellotas con ella, asustada se quito los audífonos, y la música de Joy Division se vio eclipsada por aquel momento de miedo y tensión.
-Hola Verónica- saludo Andrea  y avanzo lentamente, mirándola burlonamente, mientras Rose le seguía el paso, solo unos centímetros detrás de ella, también la miraba anunciando lo que venia.
Verónica intento retroceder pero dos chicas ya estaban detrás de ella. Amelia y Mary.
-No vas a ninguna parte- dijo Mary mirándola con desagrado, Amelia solo trago saliva.
Andrea y Rose rieron.
-¿Qué pasa?- pregunto Verónica mientras miraba nerviosamente a las chicas, que cada vez estaban ya cerca de ella.
Andrea se acercó, tomo su hombro, sonrió y tomo el audífono que colgaba.
-¿Qué escuchas pequeña Verónica?- dijo mientras lo ponía en su oído.
-Es… Joy Division- respondió ella, muy seria, pendiente de cualquier sonido, movimiento, alerta.
-Música enferma, para enfermos- dijo, y su sonrisa paso a una mueca, se quito el audífono y dijo -¿Te gusta el dolor Verónica?
Ella la miro fijamente, nadie se metía con su música, ni con ella, entonces, sonriendo desganadamente respondió:
-Un poco ¿Tienen una dosis?-
-Te vamos a dar un poco- dijo Andrea sorprendida pero aun amenazante. y la empujo.
Verónica retrocedió del empujón y por el peso de la mochila cayo al suelo de espaldas, Andrea corrió hacia ella y se monto, la tomo de la cara y le azoto la nuca contra las frías hojas, entre las cuales habían rocas y pedazos de madera, Verónica dio un alarido de dolor, e intento sacársela de encima, golpeando y rasguñando a Andrea, que comenzó a ceder,  las demás chicas reían mientras gritaban insultos; En el bosque nadie podía oír sus gritos. Andrea golpeaba sin tregua, pero Verónica luchaba ferozmente para derribarla de encima, llevaba desventaja solo por el hecho de estar en el suelo, las demás chicas corrieron y comenzaron a patearla por donde podían, solo Amelia se quedo paralizada observando como Verónica era golpeada, Rose tomo la mochila de la chica, arrancándola con brusquedad de ella, pateo su espalda, la abrió y vacío su contenido por el suelo del bosque, pateo los libros, tomo los lápices y los partió por la mitad, Verónica solo podía cubrirse y gemir de dolor, una patada de bota le dio exactamente en la boca, sus labios se partieron y la sangre baño las hojas secas, la voz de Ian Curtis seguía sonando, pero nadie lo escuchaba, así como nadie escuchaba aquella atrocidad...





El escrito entero, estará disponible en octubre 31.

lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Que esta pasando con Verónica? O mejor aun ¿Que chingados es Verónica?

En la entrada anterior, hablaba sobre "¿Quien le puso la M a macabro?" un libro que se desecho por el hecho de que Verónica (la novela que esta ahora en proceso) es una idea aun mas grande y estructurada. El libro, o pseudo-libro (le digo asi porque ignoro como escribir un buen libro) estará listo tentativamente el 31 de octubre, con motivo de Halloween. No podría establecer un genero para verónica. Pero creo, que el horror y la locura son temas importantes, asi como la fantasía y la búsqueda eterna de sentirse bien.
Sinopsis:

Verónica tiene diecisiete años, y odia a la gente. Desde la muerte de su madre, su vida se volvió un caos, su padre alcohólico la ignora completamente, y la sociedad la hace a un lado por ser distinta. Esto genera una gran ira y odio que la chica guarda muchos años en su interior. Después de ser salvajemente golpeada por un grupo de chicas, Verónica es abandonada inconsciente en el bosque, para ser rescatada por un conejo parlante, al que la chica nombra Cave, este ofrece a Verónica, ayuda para vengarse de toda esa gente que la daña, y ha dañado, Verónica ve la oportunidad perfecta para sembrar el horror en el pueblo, y comienza una unión oscura con Cave, que realmente es un espectro del bosque y puede tomar la forma de una bestia oscura, es cuando John, un chico que siempre ha querido a Verónica en secreto intenta de todas maneras frenar la masacre, Verónica comienza a desarrollar sentimientos de amor por el chico, pero también el odio en su interior lucha por llevar a cabo la misión final, asesinar a la escuela entera en el baile de Halloween, Cave no permitirá que nadie se meta en sus planes, y Verónica comenzara a caer en una
espiral de odio, amor, y contradicción.
¿Será mas grande la sed de sangre y venganza que yace en Verónica y que Cave alimenta? O ¿Será mas fuerte ese rayo de amor y esperanza que lucha por iluminar las tinieblas?

Podrán descargar gratis y directamente desde mediafire el 31 de octubre.

sábado, 8 de septiembre de 2012

El arquitecto.

Que los meses que no han llegado son un libro de suspenso, que el tiempo expresa con errores su descontento.
Narro con voz dulce los epitafios de las mañanas, que con cafeína resultaron menos cotidianas.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.
No es la tristeza mas que un manjar del solitario, que encuentra entre las páginas de un libro una presa, es el lector un cazador entre la maleza. Es la duda la puta que no puedes pagar, la mas cotizada del bar.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.
Que el mar es complejo de la luna, que tus pechos se ven mejor entre el agua de una laguna. Mi lengua en un cincel de tu boca, el silencio tan mordaz que nos provoca.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.
Me pongo como trovador de desdichas dueño y esclavo de dagas clavadas en damas aladas postradas en fachadas derrumbadas por malsanas ensaladas de espadas incrustadas en planas de palabras inundadas de nadas. Puse flores en tu tumba, bacterias en tu boca, huellas en tu piel, la L en loca, el mañana en un ayer.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.
Soy triste. Soy gris. Soy cielo. Soy anís. Soy aire. Soy silencio. Soy gemidos. Soy descontento. Soy marzo. Soy abril. Soy tierra. Soy cuarzo. Soy tuyo. Soy mío. Soy ajeno. Soy frío. Soy tiempo. Soy arena. Soy oro. Soy abatimiento. Soy capa. Soy espada. Y al final del día no soy nada.
Soy arquitecto de lo que sumo, soy arquitecto de todas las nubes de humo.
Si estoy solo, esta bien lo escribo menos desdicha en todo lo que vivo, no comparto tristeza con quien no la merece, no sonrió porque me cueste, no sonrió porque el mundo es peste.
Soy un esqueleto de todo lo que soñé un pozo sin fondo de cada ilusión que abandone. Me quemo entre las llamas de un infierno personal, es la esquizofrenia de una mezcla de alegría y tristeza cuando no estas.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.
¡Grite del viento un silencio de panteón! Cuelgo como trofeo muchas cabezas de cantautor. Un "estoy bien" en mi desecho balcón, un "no pasa nada" colgado en la atmósfera de las garras de un halcón. Romper tus huesos en cada abrazo para que no escapes. Haz tus maletas y dile a tus padres que es mejor irte antes de que los mates.
Soy arquitecto de nubes de humo, soy arquitecto de todo lo que sumo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Amy. (Parte II de II)










La visita.


El resto de la semana me la pase sumido en mis pensamientos. Paranoias y fantasmas que inyectaban ideas cada vez mas horrendas sobre lo que podría estar pasando con la dulce Amy.
El mundo parecía tan ajeno a los males que oprimían mi corazón, el mundo era egoísta, el mundo mataba a los romances, cualquiera diría que un chico de mi edad no podía amar, no podía tomarse algo enserio, pero, yo sabia que amaba a Amy, sabia que debía ayudarla, sabia que no importaba nada mas que eso. Ni que el mundo ardiera.
Ella, por su parte, seguía tan seria, tan distante, tan fuera de si, hacia mucho que no veía su sonrisa, que no escuchaba ese respiro hondo que daba después de reír mucho tiempo, me estaba consumiendo con ella, no reía, no comía, no jugaba... El cuerpo estaba ahí, pero Amy no estaba en el. Esas marcas de golpes...
¿Quien sería capaz de hacerle daño a una chica tan frágil como ella? ¿Quien sería tan demoniaco como para arrancar de su rostro esa sonrisa salpicada de pecas y sustituirla por una mueca sería y gris?
Una tarde muy fría mientras The Beach Boys sonaban en la radio, permanecía sentado en la cocina terminando la tarea de aquel día, cuando el timbre de la casa sonó, mi madre estaba en el piso de arriba, así que me levanté y caminé arrastrando los pies, abrí con pereza y mi corazón dio un brinco de 360 grados. Ahí, en la marco de la puerta, mirándome con timidez, estaba Amy.
La miré perplejo unos segundos, y cuando el habla tocó mi cerebro de nuevo, solo pude decir:
-Amy.
Ella, levantó un poco la mirada y me dirigió una mueca, una mueca que murió en el camino para convertirse en una sonrisa.
-Hace frío- continúe -Pasa..
-No- respondió en un hilo -Sal.. Te necesito.
Sin pensarlo dos veces, le respondí:
-Dame un segundo, iré por mi abrigo.

Revelación.

Caminamos un poco por el pequeño centro del pueblo, mientras la tarde caía, y se iba quedando vacío, no decíamos nada, compartíamos un silencio sepulcral, pero tibio. Sus ojos despedían una tristeza tan oscura y melancólica, y sus labios, rojos por el frío estaban cerrados como la caja de Pandora, justo al llegar al final del centro, y a las afueras del bosque, tomo mi mano, y camino con rapidez tomando camino hacia el, minutos después nos internábamos y bajamos por un sendero, el frío se hizo mas intenso dentro del bosque, se detuvo, observo un poco, tomo mi mano y siguió guiándome, segundos después estábamos frente a un pequeño arrollo, un puente de madera estaba construido sobre el para poder cruzarlo sin esfuerzo. Era tan bonito.
Amy se detuvo, se sentó sobre un tronco caído, toco a su costado invitándome, avance tímido y me senté a su lado me observó, y dijo:
- No quiero demorar esto.
Mi corazón se congeló.
-¿Esto?...¿Que...quieres decir?
-John, te traje a mi lugar preferido para despedirme de ti.

El puente.

Nos miramos mientras el aire frío agitaba los sentimientos y las hojas de los árboles. Que observaban en silencio, cantando una melodía que hablaba de la despedida y la tristeza.
-No te vayas... Eres... Lo único que tengo...- dije mientas sentía como algo reptaba por mi garganta, algo horrendo algo que quería hacerme llorar en el suelo, abrazando a mis piernas.
Amy me miró con tristeza:
-Es lo que debo hacer pequeño, debo irme, pero quise verte antes, aunque doliera mas, no podía irme sin antes ver tus ojos, aunque estén mojados, perdoname, porque tu no mereces dolor, mereces lo que nunca te he dado, somos pequeños John, pero si algo he aprendido de los libros es que los sentimientos mas grandes pueden vivir en corazones pequeños, ¿Sabes que dice Óscar Wilde? "A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante" John, este es nuestro instante- acto seguido se recostó en mi y me abrazo fuertemente- No me sueltes...
La calidez de su cuerpo me inundo. El perfume de su pelo embriago cada célula que componía mi ser. La apreté hacia mi y bese su frente. Levanto la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Miro mis labios. Mire los suyos, sonrío, después de tanto tiempo pude verla hacerlo, un rayo de luz entre tanta oscuridad; Podía ver las lagrimas colgando en sus pestañas, las pecas de su nariz, acerque mi rostro al suyo, y segundos después nuestros labios se abrazaban en una suave y torpe danza.

Daño.

Fue el beso mas cálido de mi vida. El beso que robo mil noches. El beso que robo cada una de las fibras de mi corazón.
Al terminar de besarme, se acurrucó en mis brazos, y dijo:
-Me hicieron daño John, un daño con el que no puedo continuar aquí...
Estuve apunto de maldecir. De exigir respuestas. De prometer muerte para el agresor de mi pequeña muñeca de porcelana. Pero antes de todo, me observó con una sonrisa en el rostro y dijo:
-Nada de eso importa ya. Te dejo una parte de mi, mis labios, prometeme que seguirás siempre al frente, que no cederás ante nada- me abrazó con mas fuerza y repitió -Prometemelo.
-Amy, no te vayas, quien te haya hecho daño lo pagara. Lo encontraré, Y.. -Las lagrimas inundaron mis ojos -... Y pagará..
-Dejalo ya, eso no importa. No me siento bien para seguir aquí- apretó mis manos y recargó su cabeza en mi hombro - Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos- levantó la cabeza para enfrentar mi mirada -Y por eso, me despido aquí, no quiero que cargues más con mi dolor. Me despido para que siempre estés enamorado de mi, para que no te arrastre con mi dolor, para no extinguir esa sonrisa que te mereces en el rostro...
Se quedó en silencio, y me observó.
Baje la mirada, observe el arrollo, y dije:
-A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.
Ella hizo un sonido de sorpresa.
-Acabas de citar a Franz Kafka.
-Si, Amy, creo que entiendo..
-Sabía que lo harías...
Se separo de mi, se puso de pie sin soltar mis manos y me besó una vez mas, muy suavemente, me miró, me limpio las lagrimas y acarició mis mejillas húmedas y dijo con una sonrisa nostálgica en los labios:
-Adiós John...
Mi corazón se partió en mil pedazos, quise caer de rodillas y abrazarme a sus piernas pero eso solo prolongaría un sufriendo que ya seria largo, el cielo se llenó de nubes de tormenta. Arme mi corazón de coraje y fortaleza, sacada de el amor que le tenía y respondí
-Adiós Amy..
Se llevó las manos al cabello, desenredo su listón, le deposito un beso, lo puso entre mis manos, me miro a los ojos, sonrío, y se dio la vuelta para desaparecer por donde habíamos venido. Pero esta vez sola, sin mi tomando su mano.
Las lagrimas brotaron de mis ojos y caí de rodillas llorando, sintiendo los trozos de mi corazón cortándome por dentro, descargue mi ira contra el suelo, golpeándolo hasta que mis nudillos se tiñeron de sangre, caí de lado y me abrace intentando consolarme, quise correr detrás de ella, pero no estaría cumpliendo mi promesa. Me levanté y caminé hacia unos arbustos, las lagrimas nublaban mi visión, el dolor me había quitado la fuerza, entonces, sentí tanto frío, como jamás había sentido y como jamás sentí en toda mi vida.

Epilogo.

No supe más de Amy. La casa donde vivía con sus abuelos había sido abandonada. No puesta en venta, abandonada. Nadie supo nunca a donde fueron, ni que paso en realidad. Incluyéndome. Solo desaparecieron. Sin mas.
El tiempo paso doloroso, mi vida cambio desde su partida, me sumí en la mas intensa de las depresiones, su listón siempre estaba conmigo, su sonrisa. Sus besos. Pero necesitaba verla ahí, bajo el árbol leyendo, cantando, enseñándome pasos de baile, citando a sus escritores favoritos. El tiempo me ayudo a encontrarme con ella en recuerdos, a oír su risa al cerrar los ojos, y a sentirme mejor recordando todos esos instantes juntos, a sentirme tranquilo sabiendo que donde estuviese, las cosas estarían mejor para ella, y no me llené de odio, ni de dolor, con el tiempo entendí su propósito al ocultarme todo. Amy fue linda hasta el final. Capaz de volver una despedida, un recuerdo hermoso.
Han pasado ya dos años. Y todos los días la extraño de la misma manera, pero duele menos, o quizás duele de otra manera menos física, cuando la extraño y siento que no puedo más la encuentro en libros, música, y en aquél arrollo, al cual voy muy seguido, con la esperanza de encontrármela de nuevo, después de todo, nunca dijo que no regresaría.

martes, 4 de septiembre de 2012

Amy. (Parte I de II)




Amy entro a mi clase cuando cursaba el sexto curso de primaria. Tenía cerca de 14 años. Llegó un 18 de noviembre del 64. Vestía como toda una joven dama, durante la semana usaba vestidos de tela de algodón, con estampados de flores, abejas, conejos y en ocasiones soles. Se sentaba justo detrás de mi, me la pasaba todo el día observando su cabello lacio y castaño adornado con listones de colores brillantes y alegres, descendía como un velo y contrastaba con lo blanco de su espalda, salpicada de lunares, como una noche estrellada, Amy y yo, no hablábamos muy seguido, algo me impedía ver esos ojos color miel, dulces como ella, pero le escribía todas las noches, frente a la luna. en poco tiempo se había vuelto una musa de inspiración nocturna. De anhelos de una infancia casi extinta. Amy vivía con sus abuelos al final del pueblo, en una casa grande y muy bonita, no sabia nada de sus padres, nunca los mencionaba, sus abuelos eran muy estrictos con ella por lo que Amy era una chica de estudios y culto, leía mucho, en los descansos la podías encontrar bajo la sombra de el gran roble detrás del patio del colegio, justo a un lado de la cancha de fútbol, (que era mas bien un terrero pastoso) leyendo, sonriendo a veces, otras sumergida en misterio, desde que ella iba a leer a ese lugar, ya no jugaba tan bien al fútbol.
Una mañana de enero, después de las fiestas de fin de año, me decidí a darle un poema que había escrito para ella durante las vacaciones, no podía guardar mas lo que pensaba de ella, recuerdo que permanecía sentada en un circulo en pasto con sus amigas, había ensayado durante toda la noche y mañana lo que diría, algo tan sencillo como "Amy, ¿Podemos hablar a solas?" pero, como era de esperar de un esperpento como yo, solo pude decir "Amy" en múltiples, irregulares y seguidas ocasiones, pero antes de que mis piernas huyeran del lugar, Amy sonrío, se puso de pie entre los murmullos de las chicas, me sonrío radiante y tomo mi mano para alejarme del circulo de chicas unos metros, mostró una sonrisa de oreja a oreja y unos dientes blancos como perlas, baje la mirada, mis zapatos estaban sucios, trague saliva, observe a el grupo de chicas nos miraban curiosas:
-¿Que pasa John? ¿Querías hablar conmigo?- me dijo con esa dulce voz y acento que la caracterizaba.
-Yo... Este... Amy... Te escribí algo.- respondí con una voz mas baja que un arbusto que comienza a crecer.
-Oh..- exclamo Amy sorprendida. Chasqueo la lengua y con voz alegre pregunto- ¿Sabes que amo leer cierto?
-Si... Lo he notado- le dije algo mas relajado -Veo que te gusta mucho Wilde.
-¡Claro! Wilde es de mis favoritos, creo que me siento muy...
Amy fue impactado por un balón de fútbol justo en la cara, cayo de espaldas y sentí una horrenda sensación llenar mi cuerpo, sus amigas gritaron y corrieron hacia nosotros, ella se cubría la cara. Estaba llorando, la mire una vez mas, me puse de rodillas e intente tocarla, Amy solo se arrebataba mientras lloraba en el suelo cubriendo su rostro.
-Amy, Amy, ¿Estas bien?- pregunte con pésame, las chicas llegaron y la intentaron abrazar pero Amy se arrebataba llorando, la sangre de su boca escurría hasta caer en gotas manchando en vestido de conejitos. Nunca olvidare esa imagen, tan devastadora, tan dolorosa.
-¡LAS CHICAS NO DEBEN ESTAR EN ESTE CAMPO!- grito una voz detrás de mi, me pare lleno de furia.
Era Valkiem. El chico mas tonto de la clase. Abusivo, violento, llevaba revistas de mujeres desnudas, manteniendo relaciones sexuales, y cobraba a los demás por dejar que las vean, eran de su padre. Sonreía y miraba a los demás chicos, algunos corrían a ver a Amy, otros se burlaban.
-¡Eres un imbécil Val! ¡Le rompiste la boca!- grité. Podía sentir la ira llena do mis manos. Mi rostro. Mi alma.
Val pareció sorprendido.
-¿Que te pasa John? ¿Lastime a tu novia? Las ratas de biblioteca deben estar ahí, en una puta biblioteca, no en un campo lleno de varones- dijo, y miro sonriendo a sus colegas que le devolvieron la sonrisa aprobando la mierda que hablaba.
-Ella puede estar donde quiera, la heriste, esta sangrando- le reprimí furioso.
-Yo no la golpee, ella estaba en el camino del balón, el impacto no fue mi culpa, no hay de otra- dijo.
-¿No hay de otra? ¡Amy esta sangrando!-
Las chicas la abrazaban, había parado de llorar y nos observaba mientras unas gotas rezagadas escurrían de sus ojos, una chica le había dado un listón para presionar la herida, la llenaba su mentón, cuello, y vestido.
-¡No me interesa la puta de Amy!
-¡No le llames puta a Amy! ¡La pura es tu madre!- grite lleno de ira.
Val abrió los ojos como platos, bufo como toro y avanzo furioso mientras decía "Estas muerto", apreté los puños y lo espere. Se abalanzo contra mi, pero su pesado cuerpo le resto velocidad, golpee como pude, impactado su espalda, grito, se dio la vuelta y me tomo del cuello de la camiseta, me golpeo la nuca y caí al suelo, se puso sobre mi y golpeo mi rostro, sentía un sabor metálico en la boca, arrastre mis dedos en el pasto, y recogí barro, lo aventé contra sus ojos, grito maldiciendo y se llevo las manos al rostro, aproveche para golpear la boca de su estomago, me escurrí de el me puse de pie, y mientras el permanecía de rodillas sobando sus ojos patee su estomago con toda la fuerza de la ira. Cayo de espaldas dando bocanadas. Las chicas gritaron triunfales. Solo pude contemplar a Amy, que me miraba sorprendida. Los chicos se alejaron llevando a Val con ellos. Regrese a donde estaba Amy, la levante, la cargue entre mis brazos y justo antes de dejarla en la enfermería le entregue la carta. Salpicada de sangre. Pero por lo demás a salvo.
Desde esa mañana, Amy y yo nos volvimos mas unidos. Y Val nunca se metió con ella de nuevo. Platicábamos todas las mañana sobre libros, música, ciencia ficción, Amy me contó una ocasión que su primo había tenido la dicha de encontrarse a Jim Morrison en un bar de Los Ángeles, Amy no mentiría. Dijo que me traería el autógrafo que su primo había conseguido. A veces comíamos juntos, otras la acompañaba a su casa, pero la dejaba unos metros antes, su abuelo era muy celoso. Amy siempre sabia alegrarme. Con sus ocurrencias. Con su simple presencia. Podía pasar horas observándola. Me mostraba pasos de baile, vinilos nuevos, fotografías de animales, coleccionaba cromos de artistas de rock, y usualmente le gustaba estar descalza. Decía que se sentía libre.
Todo cambio el marzo de ese mismo año.
Amy llego una mañana fría, sin saludar a nadie. Paso a mi lado como quien pasa al lado de una mesa. Se sentó en su lugar, y no saco ningún libro como usualmente hacia para matar el tiempo mientras llegaba el profesor, solo cruzo sus brazos y apoyo su cabeza en ellos. Un largo mechón de cabello le cubría la mitad del rostro.
Sentí miedo. Toda la mañana estuvo igual. Sin hablar. Y nadie se atrevía a dirigirle la palabra por miedo a ser rechazado. ¿Que le sucedía? Su abrigo permanecía cerrado hasta el cuello al medio día, y su gorro en la misma posición. Ayudando al mechón a cubría su rostro. El timbre para el descanso sonó. Y todos salieron. Solo nos quedamos Amy, y yo. Me acerque lentamente a ella, observándola ; Levanto la mirada y me miro, huyo de ella y volvió a la posición. Trague saliva y me senté a su lado, se estremeció.
-Amy..
-Dejame sola- respondió fría. Distante.
-Solo quiero saber si est...
-John. Vete- dijo.
-Amy... Por favor...
-No, por favor tu, dejame sola- dijo sjn mirarme. No era ella. No era su voz alegre. Su sonrisa. No era Amy.
-Amy... No.. - puse una mano sobre su hombro y se estremeció aun mas violentamente, como asustada.
-No me toques, vete, no me vuelvas a tocar. No- se quebró en llanto.
-Oh, no, Am..
Se puso de pie, y corrió rápidamente huyendo del salón, con lagrimas en los ojos.
Me quede solo, sin entender nada. Observando las lagrimas que se secaban en el pupitre.
Se paso todo el recreo en el baño, sus amigas decían que la habían oido llorar pero no hablaba con ninguna, los dias pasaban y Amy se comportaba  igual, no hablaba con nadie, mucho menos conmigo, huía de mi, de mi mirada, de mi presencia, de mi ser, buscaba respuestas en sus compañeras pero nadie sabia nada, ni los profesores, Amy era una tumba. Creí que todo se debía a sus padres, o problemas de chicas, pero todo cambio una mañana en que Rose una de sus mejores amigas me envió un papel con "Te espero en el campo, a la salida, es sobre Amy". El día paso mas lento que un caracol con silla de ruedas, y a la salida corrí tras Rose al campo, cuando llegamos me dijo:
-John no quiero que digas absolutamente nada de lo que te diré, se que quieres mucho a Amy, y por eso mismo te cuento esto, pero también te pido silencio, puedo salir afectada.
Eso solo aumento mi paranoia.
-Es un trato.. habla.
Rose hizo una mueca, miro para todos lados y comenzó:
-Bien, ayer por la tarde en las clases de natación, las cuales comparto con Amy por las tardes, olvide mi moño morado en los vestidores de las duchas, por lo que regrese, para mi sorpresa Amy estaba ahí, cuando abrí estaba desnudándose para la ducha, seguramente no paso seguro porque dedujo que no había ya nadie en el lugar, y estaba en lo cierto pero, yo regrese, apenada intente cerrar de nuevo sin que ella se diera cuenta, pero justo cuando lo hacia, vi unas horribles marcas en sus piernas y pechos John...
-¿Ma..marcas?- Pregunte horrorizado.
Rose bajo la mirada y lagrimando continuo:
-Si, marcas de golpes John... golpes....
Permanecí ahí, sin poder moverme, observando el pasto, sintiendo el sudor frió en mi espalda, oyendo los sollozos de Rose, solo tenia algo en mente, averiguar  que pasaba con Amy, y solucionarlo de una vez por todas.