miércoles, 5 de septiembre de 2012

Amy. (Parte II de II)










La visita.


El resto de la semana me la pase sumido en mis pensamientos. Paranoias y fantasmas que inyectaban ideas cada vez mas horrendas sobre lo que podría estar pasando con la dulce Amy.
El mundo parecía tan ajeno a los males que oprimían mi corazón, el mundo era egoísta, el mundo mataba a los romances, cualquiera diría que un chico de mi edad no podía amar, no podía tomarse algo enserio, pero, yo sabia que amaba a Amy, sabia que debía ayudarla, sabia que no importaba nada mas que eso. Ni que el mundo ardiera.
Ella, por su parte, seguía tan seria, tan distante, tan fuera de si, hacia mucho que no veía su sonrisa, que no escuchaba ese respiro hondo que daba después de reír mucho tiempo, me estaba consumiendo con ella, no reía, no comía, no jugaba... El cuerpo estaba ahí, pero Amy no estaba en el. Esas marcas de golpes...
¿Quien sería capaz de hacerle daño a una chica tan frágil como ella? ¿Quien sería tan demoniaco como para arrancar de su rostro esa sonrisa salpicada de pecas y sustituirla por una mueca sería y gris?
Una tarde muy fría mientras The Beach Boys sonaban en la radio, permanecía sentado en la cocina terminando la tarea de aquel día, cuando el timbre de la casa sonó, mi madre estaba en el piso de arriba, así que me levanté y caminé arrastrando los pies, abrí con pereza y mi corazón dio un brinco de 360 grados. Ahí, en la marco de la puerta, mirándome con timidez, estaba Amy.
La miré perplejo unos segundos, y cuando el habla tocó mi cerebro de nuevo, solo pude decir:
-Amy.
Ella, levantó un poco la mirada y me dirigió una mueca, una mueca que murió en el camino para convertirse en una sonrisa.
-Hace frío- continúe -Pasa..
-No- respondió en un hilo -Sal.. Te necesito.
Sin pensarlo dos veces, le respondí:
-Dame un segundo, iré por mi abrigo.

Revelación.

Caminamos un poco por el pequeño centro del pueblo, mientras la tarde caía, y se iba quedando vacío, no decíamos nada, compartíamos un silencio sepulcral, pero tibio. Sus ojos despedían una tristeza tan oscura y melancólica, y sus labios, rojos por el frío estaban cerrados como la caja de Pandora, justo al llegar al final del centro, y a las afueras del bosque, tomo mi mano, y camino con rapidez tomando camino hacia el, minutos después nos internábamos y bajamos por un sendero, el frío se hizo mas intenso dentro del bosque, se detuvo, observo un poco, tomo mi mano y siguió guiándome, segundos después estábamos frente a un pequeño arrollo, un puente de madera estaba construido sobre el para poder cruzarlo sin esfuerzo. Era tan bonito.
Amy se detuvo, se sentó sobre un tronco caído, toco a su costado invitándome, avance tímido y me senté a su lado me observó, y dijo:
- No quiero demorar esto.
Mi corazón se congeló.
-¿Esto?...¿Que...quieres decir?
-John, te traje a mi lugar preferido para despedirme de ti.

El puente.

Nos miramos mientras el aire frío agitaba los sentimientos y las hojas de los árboles. Que observaban en silencio, cantando una melodía que hablaba de la despedida y la tristeza.
-No te vayas... Eres... Lo único que tengo...- dije mientas sentía como algo reptaba por mi garganta, algo horrendo algo que quería hacerme llorar en el suelo, abrazando a mis piernas.
Amy me miró con tristeza:
-Es lo que debo hacer pequeño, debo irme, pero quise verte antes, aunque doliera mas, no podía irme sin antes ver tus ojos, aunque estén mojados, perdoname, porque tu no mereces dolor, mereces lo que nunca te he dado, somos pequeños John, pero si algo he aprendido de los libros es que los sentimientos mas grandes pueden vivir en corazones pequeños, ¿Sabes que dice Óscar Wilde? "A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante" John, este es nuestro instante- acto seguido se recostó en mi y me abrazo fuertemente- No me sueltes...
La calidez de su cuerpo me inundo. El perfume de su pelo embriago cada célula que componía mi ser. La apreté hacia mi y bese su frente. Levanto la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Miro mis labios. Mire los suyos, sonrío, después de tanto tiempo pude verla hacerlo, un rayo de luz entre tanta oscuridad; Podía ver las lagrimas colgando en sus pestañas, las pecas de su nariz, acerque mi rostro al suyo, y segundos después nuestros labios se abrazaban en una suave y torpe danza.

Daño.

Fue el beso mas cálido de mi vida. El beso que robo mil noches. El beso que robo cada una de las fibras de mi corazón.
Al terminar de besarme, se acurrucó en mis brazos, y dijo:
-Me hicieron daño John, un daño con el que no puedo continuar aquí...
Estuve apunto de maldecir. De exigir respuestas. De prometer muerte para el agresor de mi pequeña muñeca de porcelana. Pero antes de todo, me observó con una sonrisa en el rostro y dijo:
-Nada de eso importa ya. Te dejo una parte de mi, mis labios, prometeme que seguirás siempre al frente, que no cederás ante nada- me abrazó con mas fuerza y repitió -Prometemelo.
-Amy, no te vayas, quien te haya hecho daño lo pagara. Lo encontraré, Y.. -Las lagrimas inundaron mis ojos -... Y pagará..
-Dejalo ya, eso no importa. No me siento bien para seguir aquí- apretó mis manos y recargó su cabeza en mi hombro - Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos- levantó la cabeza para enfrentar mi mirada -Y por eso, me despido aquí, no quiero que cargues más con mi dolor. Me despido para que siempre estés enamorado de mi, para que no te arrastre con mi dolor, para no extinguir esa sonrisa que te mereces en el rostro...
Se quedó en silencio, y me observó.
Baje la mirada, observe el arrollo, y dije:
-A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.
Ella hizo un sonido de sorpresa.
-Acabas de citar a Franz Kafka.
-Si, Amy, creo que entiendo..
-Sabía que lo harías...
Se separo de mi, se puso de pie sin soltar mis manos y me besó una vez mas, muy suavemente, me miró, me limpio las lagrimas y acarició mis mejillas húmedas y dijo con una sonrisa nostálgica en los labios:
-Adiós John...
Mi corazón se partió en mil pedazos, quise caer de rodillas y abrazarme a sus piernas pero eso solo prolongaría un sufriendo que ya seria largo, el cielo se llenó de nubes de tormenta. Arme mi corazón de coraje y fortaleza, sacada de el amor que le tenía y respondí
-Adiós Amy..
Se llevó las manos al cabello, desenredo su listón, le deposito un beso, lo puso entre mis manos, me miro a los ojos, sonrío, y se dio la vuelta para desaparecer por donde habíamos venido. Pero esta vez sola, sin mi tomando su mano.
Las lagrimas brotaron de mis ojos y caí de rodillas llorando, sintiendo los trozos de mi corazón cortándome por dentro, descargue mi ira contra el suelo, golpeándolo hasta que mis nudillos se tiñeron de sangre, caí de lado y me abrace intentando consolarme, quise correr detrás de ella, pero no estaría cumpliendo mi promesa. Me levanté y caminé hacia unos arbustos, las lagrimas nublaban mi visión, el dolor me había quitado la fuerza, entonces, sentí tanto frío, como jamás había sentido y como jamás sentí en toda mi vida.

Epilogo.

No supe más de Amy. La casa donde vivía con sus abuelos había sido abandonada. No puesta en venta, abandonada. Nadie supo nunca a donde fueron, ni que paso en realidad. Incluyéndome. Solo desaparecieron. Sin mas.
El tiempo paso doloroso, mi vida cambio desde su partida, me sumí en la mas intensa de las depresiones, su listón siempre estaba conmigo, su sonrisa. Sus besos. Pero necesitaba verla ahí, bajo el árbol leyendo, cantando, enseñándome pasos de baile, citando a sus escritores favoritos. El tiempo me ayudo a encontrarme con ella en recuerdos, a oír su risa al cerrar los ojos, y a sentirme mejor recordando todos esos instantes juntos, a sentirme tranquilo sabiendo que donde estuviese, las cosas estarían mejor para ella, y no me llené de odio, ni de dolor, con el tiempo entendí su propósito al ocultarme todo. Amy fue linda hasta el final. Capaz de volver una despedida, un recuerdo hermoso.
Han pasado ya dos años. Y todos los días la extraño de la misma manera, pero duele menos, o quizás duele de otra manera menos física, cuando la extraño y siento que no puedo más la encuentro en libros, música, y en aquél arrollo, al cual voy muy seguido, con la esperanza de encontrármela de nuevo, después de todo, nunca dijo que no regresaría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario