3-
Verónica tenía la cabeza apoyada en la mano mientras su vista devoraba un libro, Una taza de café cargado humeaba a su lado, y afuera la lluvia golpeaba rítmicamente el cristal de las ventanas de la cafetería en la que de encontraba. Su abrigo tenía una flor en el bolsillo del pecho, y su cabello permanecía recogido y oculto bajo un gorro de lana morada. Ocupaba una mesa para dos, en la esquina menos llamativa del sitio, que aún así, permanecía vacío, Cave, estaba a su lado, tendido dormido junto a la pared, invisible tanto física como visualmente para otra persona que no fuese Verónica.
La única persona además de ella ahí, era el chico que atendía el lugar se llamaba John, era hijo del dueño de la cafetería, el señor George, John estaba sentado mirándola furtivamente, había estudiado toda la primaria con ella, y fueron amigos muy cercanos, unidos tanto por gustos como por el confort que les provocaba estar en compañía del otro; pero ya hacia años de eso, desde la muerte de la madre de ella, lo que Verónica decidiera separarse del mundo, y vivir sola entre libros y post-punk. Verónica se había percatado de las miradas de John pero no le dio importancia. John se levantó y cruzó de la barra, hacía las mesas, Verónica levantó la mirada y lo notó, el corazón le dio un vuelco.
-Hol..Hola- saludó John con la voz pendiendo de un hilo.
Verónica no despegó los ojos del libro y respondió:
-No necesito nada más, gracias-
John no se extrañó. Sabía que ella diría algo así, ningún chico había intercambiado más que dos o tres palabras con ella. Pero habían sido amigos, y sabía como proceder.
-Vy- dijo.
Verónica pareció impresionada, incluso dejó de mover el pie (una de sus mayores manías), hacía muchos años que nadie le decía así, no desde que los alejo a todos, cerró el libro y miró a John. Sus ojos oscuros se toparon con los ojos miel de él ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez?
-¿Qué buscas John?- preguntó.
John sonrió levemente.
-Tengo algo para ti- le dijo nervioso.
Cave había despertado. Y miraba toda la escena con suma curiosidad.
-En serio John. No pretendo ser grosera, no contigo, pero ¿No deberías estar trabajando?-
-Acaso, ¿No has notado que no hay nadie más que tú aquí?- le dijo el chico paseando la mirada por el lugar.
-¿Debo ofenderme por que insinúas que soy estúpida?-
-¿Me creerías capaz de llamarme tal cosa?-
Verónica no dijo nada.
-Bien, espera aquí, no te vayas por favor, iré por ello- le dijo John y agregó algo temeroso -¿No te irás o sí?
-Me iré si no te das prisa-
John sonrió de nuevo y corrió hacía la barra.
Cave dio un saltó hasta su lado.
-No quiero preguntas Cave- dijo ella con tono cortante, bajando la cabeza.
-Verónica. ¿Estas sonrojada?- preguntó su amigo con voz divertida.
-Dije que no quiero preguntas- le dijo entre dientes.
-¡Por las orejas de mi madre y la madriguera en la que nací, Verónica estas sonrojada! - exclamó Cave y dio un salto. Verónica abrió la boca para responder pero la cerró y bajó la mirada de nuevo al percatarse que John venía con un paquete del tamaño de una caja de zapatos, forrado en un papel floreado y con un moño en la parte frontal, se paró junto a ella, Verónica se había quitado el gorro y se cubrió parcialmente la cara con el cabello enmarañado para evitar que John notara su sonrojo.
John se paró junto a ella y le extendió el paquete, Verónica lo miró, y después a John, y repitió la acción.
-¿Qué se supone que es esto?- preguntó.
-Se que tu cumpleaños fue hace dos semanas. Pero me había intentado acercar de otras maneras, la primera, en el colegio, me dijiste que necesitas llegar a la alberca, ese día no la llenaron- Verónica pareció apenada- la segunda, me dejaste con la palabra en la boca y seguiste caminando, así que... Tuve que esperar a encontrarte aquí. Al menos no te podías ir sin pagar la cuenta.
Verónica estuvo apunto de reír pero se mordió el labio.
-Anda, es tuyo- apremió John estirando la caja.
Verónica la miró, sonrió levemente y lo tomó, era pesado.
-Gracias... - dijo, se puso de pie y metió el libro en su bolso- a terminado de llover. Es algo tarde debo de ir a cas... - fue interrumpida por un abrazo de John, estuvo a nada de empujarlo, pero algo la detuvo, ese algo era una sensación de cariño, ¿Hacia cuanto que alguien no la abrazaba? ¡Y menos así! Los dedos de John apretaban su espalda, el chico olía a café, Verónica no pudo resistir esa sensación cálida y apretó a John. ¿Qué carajo hacia? ¿Abrazando a John? ¡Eso no era propio de ella! Se separó abruptamente de él y bajó la mirada.
Metió la mano a su bolsillo y extrajo un billete.
-¿Cuanto va...
-No es nada-
-John, ¿Cómo que no va a se...
-Es la otra parte del regalo-
Verónica retrocedió y su pie tropezó con la silla, más sólo trastabillo.
-Gracias, adiós- dijo rápidamente y salió del lugar, como volando con Cave tras ella.
John se quedó ahí parado. El café de Verónica aún seguía casi lleno, humeante, había sentido los brazos de ella apretándolo. Lo había abrazado, y por fin comprobó lo que había pensado tantas noches y recordado vagamente por antaño benévolo, Verónica olía a un ángel.
4-
-¡Lo abrazaste Verónica! ¡Te dio un obsequio! ¡¿Qué es?!- decía Cave muy animado mientras caminaban cruzando una parte del bosque para llegar a casa.
-¡Cállate! ¡Fue por gratitud! ¡No te importa!- respondió ella furiosa.
-¡¿Es tu macho?!-
-¡¿Mi que?!-
-¿Ustedes no les dicen así a sus parejas?-
-¡Les decimos parejas Cave! ¡No "mi macho"! ¡Eso suena tan vulgar! ¡Y no, no lo es! ¡Y ya cállate sino quieres que te parta a puñetazos el hocico!-
Cave rompió a reír, miró a Verónica y la chica no pudo contener la risa.
-Pareces un tomate- le dijo.
Verónica gimoteó.
Caminaron por el sendero, que estaba rodeado por árboles, esa noche estaba algo más oscuro que otras, debido a la lluvia, pero era la única manera en la que podía llegar a casa. Paraban de reír y antes de que alguno de los dos pudiera decir algo escucharon un crujido entre los árboles, a un costado de ambos, Cave paró las orejas, y Verónica se paró en seco. Se llevó un dedo a los labios mirando a Cave. Se acercó con mucha precaución con el entrecejo sumamente arrugado, entonces frente a ella, de entre los árboles un tipo apareció de repente estirando las manos.
-¡BU!- le gritó, Verónica pegó un grito, retrocedió arrebatandose , y soltó el regalo de John , justo cuando iba a empezar a correr un segundo tipo emergió detrás de ella, la tomó con los brazos, tapándole la boca. Intentó arrebatarse pero el tipo grande. Verónica trataba de gritar, pero con esa enorme boca tapando la suya no se oyó más que un leve gemido. La mirada asustada de ella buscó a Cave, el conejo permanecía mirándola asustado, nada podía hacer.
-¡Lucha! ¡Haz que te suelte!- le gritaba.
El primer tipo tenía una barba de candado.
-¡Sujeta bien Bobi!- le gritó al tipo que la tenía atrapada que era grande y moreno, acercándose.
-¡Ah May, nada puede hacer esta pollita!- le respondió refiriéndose al primer hombre. Verónica forcejeaba pero sus brazos y sus piernas siempre habían sido demasiado delgados.
-Nena, ¿Siempre eres así de pálida o estas muy asustada?, no te haremos daño, al contrario, vas a sentir muy rico- le dijo May mientras la miraba mórbidamente y se lamía los labios. Bobi sólo río.
Las lágrimas de los ojos de la chica aparecieron.
-Oh Bobi. Nuestra amiga esta llorando. Ven pequeña, el buen May te va a consolar- se acercó a ella y le acarició el cuello, Verónica intentaba moverse. Más sólo podía patalear. Cave andaba de un lado para otro, desesperado, asustado - Que lindo cuello, ¿Por qué te tardaste tanto en pasar por aquí?, Llevamos mucho esperando- comenzó a desabotonar el abrigo de Verónica, al terminar de hacerlo contemplo la blusa delgada que llevaba la chica debajo, ajustada a sus formas femeninas -No tienes mucho donde presumir aquí adelante. Pero esa carita lo compensa todo- le dijo y le pegó en la barbilla, debajo de la mano de Bobi.
-¡Verónica! ¡Su nariz está justo detrás de tu cuello! ¡Haz el cuello para atrás!- Le gritó Cave asustado.
May deslizó la mano hacia un seno de ella, pero justo antes de tocarlo, Verónica hizo la cabeza hacia atrás con toda la fuerza que pudo y su nuca se estrelló justo en la nariz de Bobi, un crujido sonó y Verónica sintió un líquido caliente salpicar su cabello, Bobi gritó y la soltó, llevándose la mano a la nariz, la chica levantó la pierna y pateó a May en el estómago, Verónica corrió con todas sus fuerzas, Cave corrió a su lado, May se puso de pie y sin perder tiempo, salió tras ella.
-¡Ayúdame maldita sea!- gritó Verónica sin parar de correr mirando a Cave.
-¡Verónica no quieres verme cuando me trasformo!- respondió Cave.
Verónica miró fugazmente hacia atrás, May venía a escasos dos metros.
-¡Ayúdame!- le gritó a Cave con lágrimas en los ojos.
-¡Toca su cara! ¡Hazlo! ¡Confía en mi!- respondió Cave.
Verónica frenó de golpe y se dio la media vuelta, May chocó contra ella y cayeron al pasto, el tipo comenzó a besar desesperadamente el cuello de ella.
-¡Toca su maldita cara!- le gritó Cave.
Verónica llevo las manos a la cara de May, tocando sus mejillas.
-¡Cave!- gritó.
-Aquí estoy-
May levantó la mirada. Y se levantó asustando mirando hacía el frente. Jamás había visto a un conejo de ese maldito tamaño.
-¿Qué mierda?- dijo, poniéndose de pie y mirando asustado a Cave. -¿Hablaste?
-Déjala- respondió Cave, saltando al frente de la indefensa Verónica.
-Oh, mierda- exclamó May retrocediendo, Unos pasos apresurados sonaron detrás de el, y apareció Bobi.
-¡La muy puta me partió la maldita nariz May! Le voy a partir el...- se detuvo abruptamente y miró a Cave -May, ¿Qué mierda es eso?
May lo miró extrañado, y luego a Cave.
-No tengo la menor puta idea- metió la mano al saco y extrajo una pistola- pero lo voy a matar. Después nos vamos a follar a esta pequeña de la familia Adams y nos iremos a dormir olvidando esto.
-¡Cave no!- gritó Verónica entre llantos.
May apuntó a Cave.
El cuerpo de Cave comenzó a cambiar, sus espalda se hizo doblemente grande, y las orejas que tenía se hicieron dos largos cuernos, sus patas delanteras se hicieron brazos largos y gruesos, que acaban en unas garras que brillaban de afiladas, las traseras tomaron forma de piernas, fornidas haciendo que este de pie, terminaban en patas con garras, su pequeña cola graciosa era larga ahora y terminaba en una hoja afilada, sus dientes eran colmillos y sus ojos pequeños y negros ahora eran rojos, profundos, llenos de ira, Verónica estaba paralizada de la impresión.
Bobi había retrocedido y May cayó al suelo, sin soltar el arma.
-Eres el maldito demonio- exclamó apuntando temerosamente
Cave saltó sobre el, y le dio un zarpazo que le rebanó la cara en tres, la sangre salpicó por todo el pasto, y las garras plateadas de Cave ahora eran carmín, levantó la zarpa de nuevo y arrancó la cabeza de May, que voló metros a la espesura del bosque, Bobi gritó y comenzó a correr, Cave se lanzó tras el, le cayó encima, levantó la cola y clavó cerca de una docena de veces la hoja afilada en la nuca del abusador entre una espiral de sesos y sangre. Verónica estaba tiesa, la sangre salpicaba todas las hojas secas al rededor del decapitado May, Cave se puso de pie, se dio la vuelta y los ojos rojos y profundos se clavaron ella. Verónica se aferró a las hojas, muerta de miedo, pero antes de que pudiera hacer algo más, el cuerpo de Cave volvió a ser el mismo conejo regordete de siempre. Avanzó hacia ella, con el pelaje lleno de sangre y trozos de piel y carne.
-Te dije que no querías verme transformado- le dijo, con voz de pésame.
Verónica se puso de pie y corrió a abrazarlo.
-Gracias, gracias, sin ti, estaría... Gracias-
La chica se separó de el, su abrigo estaba algo manchado de sangre
Miró a los cadáveres.
-Están.. Masacrados ¿Qué haremos con ellos?-
-Dejarlos aquí, a los lobos les van a encantar-
Asintió con la cabeza.
La violencia contemplada no le había asustando en lo mínimo. Sonrió a Cave.
-Regresemos por el regalo, se me cayó cuando intentaron dañarme, después nos vamos a casa-
5-
Abrió lentamente la puerta de la casa. Tenía el cabello enmarañado. Los ojos hinchados y llorosos, y el cuello lleno de marcas. Se había limpiando la sangre del abrigo, cruzando el vestíbulo y se encontró a su padre en el comedor sentado, con cerca de seis botellas de cerveza vacías a su lado. Levantó la mirada y casi suelta la botella que tenía en mano.
-¡Hija! ¡¿Estas bien?!- le dijo a Verónica.
-Mejor que nunca- respondió ella sin mirarlo, avanzó al refrigerador y extrajo el bote de jugo. Y la puso bajo su brazo.
-¡¿Te paso algo?!-
Verónica lo miró fijamente.
-George, he cruzado este maldito comedor mil veces, y has estado aquí esas mil veces, ¿necesito llegar con un aspecto completamente jodido para que me preguntes como carajo estoy?, pues no te molestes, no tengo nada - respondió. Acto seguido y dejando a su padre con la boca abierta y un gran impacto, subió las escaleras a su habitación con el regalo en las manos, la caja de jugo bajo el brazo y Cave tras ella.
6-
Cerró de un portazo, se quitó el abrigo y lo lanzó a un lado, desabrocho sus jeans y se despojó de ellos, se tumbó a la cama.
-Me iban a violar-
Cave saltó a su lado.
-No pienses más en eso, ahora estas a salvo-
-Están muertos-
-Lo merecían-
-Ojalá los hubieses matado de peor manera, Cave, ¿Qué te pasó, por que te volviste un monstruo? Por segundos creí que igual me matarías-
-Es mi aspecto guerrero, todos los seres elementales tenemos uno cotidiano- movió la cabeza señalandose- y uno de batalla-
Verónica lo miró.
-¿Te imaginas que tomen el pueblo? No tendremos oportunidad, no toda la gente de aquí es una basura, Cave, hay niños, ancianos, gente buena, no podemos dejar que les hagan daño- dijo sin quitarle la vista.
Cave suspiró.
-Por eso iremos a la fiesta de los girasoles-
-¿Qué soluciona eso?-
-Nada, pero al menos sabremos que planes tienen-
Verónica asintió con la cabeza.
-Tienes razón-
Se sentó en la cama y tomó la caja de John. Sonrió.
-¿Quien era ese chico?- preguntó Cave.
-John, su papá es dueño de la cafetería, era amigo de... De mi madre... John y yo fuimos grandes amigos, pero ya sabes, la muerte de mi madre me afectó mucho, y me alejé de todos, me exilié en mi misma, no creía que alguien se acordara de mi cumpleaños- dijo, y se rascó la nariz.
-Ya ves que sí- dijo Cave animado a su amiga -¡Anda! ¡Ábrelo!
Verónica le sonrió y retiró el tape de las esquinas de la caja, con sumo cuidado deslizó el papel, y apareció una caja roja de cartón, la destapó y se encontró con un oso de peluche azul, el resto eran cartas, demasiadas cartas, algunas de papel más amarillento que el de las otras, Verónica tomó al oso lo miró, y lo puso a un lado. Contempló las cartas, revolvió un poco y escogió la más amarilla de todas, la abrió y miró la fecha, sus ojos se humedecieron.
-Cave... Esta carta la escribió hace cinco años-
Siguió abriendo más, con avidez después de una docena miró a su amigo que la contemplaba con curiosidad.
-John jamás me dejo de escribir. Jamás me dejó sola, por más que yo me empeñe en hacerlo a un lado, nunca dejo de pensar en mi- le dijo al conejo. Tomó un cuaderno largo que también estaba en la caja y lo abrió, comenzó a pasar las hojas.
-Dibujos-
Le mostró la libreta a Cave, era ella en esas hojas, sentada leyendo, mirando el cielo, en el pasto, en bancas.
-Me dibujaba sin que me diera cuenta- afirmó.
Cave miraba la caja y le dijo a la chica.
-Allá brilla algo-
-¿Eh?
-Entre las cartas-
Verónica rebuscó y encontró un pequeño tubo de cristal con una cadena de plata, tenía agua dentro, y una pequeña perla dentro, flotando, venía con una nota:
"Aunque estés sola, como una perla, brillas y eres bella, como mil perlas"
-Todo un caballero- le dijo Cave.
Verónica sonrió.
-No lo se. Ahora sólo me apetece dormir. Ya mañana leeré un poco de esto, parecen más de cien cartas-
Cave asintió.
-Buenas noches Vy- le dijo riendo y fue a las cobijas que Verónica le había tendido para dormir.
-Buenas noches Cave- le respondió la chica sonriendo.
Verónica metió todo a la caja, sólo dejo fuera al osito azul. Puso la caja en su mesa de noche, y tomo al oso. Lo miró sonriente.
-Te llamaras Teddy- le dijo, lo puso a su lado en la cama. Apagó las luces y se dispuso a intentar dormir. Tal vez, después de todo, nunca estuvo tan sola como pensaba.